domingo, 25 de outubro de 2009

CRISTÓBAL MIRANDA

Te conocí,Cristóbal,en las lanchas
de la bahía,cuando baja
el salitre,hacia el mar,en la quemante

vestidura de un día de Noviembre.
Recuerdo aquella extática apostura,
los cerros de metal,el agua quieta.
Y sólo el hombre de las lanchas,húmedo
de sudor,moviendo nieve.
Nieve de los nitratos,derramada
sobre los hombros del dolor,cayendo
a la barriga ciega de las naves.
Allí,paleros,héroes de una aurora
carcomida por ácidos,sujeta
a los destinos de la muerte,firmes,
recibiendo el nitrato caudaloso.
Cristóbal,este recuerdo para ti.
Para los camaradas de la pala,
a cuyos pechos entra el ácido
y las emanaciones asesinas,
hinchando como  águilas aplastadas
los corazones,hasta que cae el hombre,
hasta que rueda el hombre hacia las calles,
hacia las cruces rotas de la pampa.
Bien,no digamos más,Cristóbal,ahora
este papel que te recuerda,a todos,
a los lancheros de bahía,al hombre
ennegrecido de los barcos,mis ojos
van con vosotros en esta jornada
y mi alma es una pala que levanta
cargando y descargando sangre y nieve,
junto a vosotros,vidas del desierto.


De Pablo Neruda (Palero-Tocopilla),in "Canto General"

Um comentário:

mc disse...

De novo encontro algo que os une, a Neruda e a Ary: verso denso, verbo pesado e duro.

São enormes.